sábado, 10 de septiembre de 2011

Las prisas son malas.


En la sociedad actual se aprecia mucho lo práctico, los resultados; aunque muchas veces sea a costa de las personas. Se nota que la gente tiene prisa para todo. Eso lleva a que casi nadie sabe escuchar y que, en cambio, se perciba la tensión. El problema para detener la bala disparada por un rifle no es tanto su peso sino su velocidad. De manera que ¡no te aceleres!

Se atribuye a un ilustre mexicano (Margarito Ledesma) la siguiente "puntada" (ocurrencia): "A veces me siento y pienso, otras 'nomás' me siento". Así somos muchas veces: prisas, correr... y no pensar. Detente un poco  y pregúntate ¿por qué hago esto, por qué lo otro?

Hay que serenarse y tomar unos minutos para reflexionar y ver si aquello conviene para nuestra vida familiar, nuestro trabajo, nuestra salud, etc.: en definitiva, para nuestra felicidad.

Pensar y actuar (en ese orden);  no al revés, o incluso (lo que es peor), sólo actuar: muchos no piensan (el ritmo de vida actual lleva a eso). Si tomáramos una película a la sociedad actual veríamos que se podría titular: "Actuar, hacer, correr y casi volar...", con el siguiente subtítulo: "Para, al final, chocar con más fuerza y que los destrozos sean peores". Sería como la imagen que puse al lado, pero a toda velocidad y desde muy alto.

De manera que piensa un poco en la mañana, al mediodía y en la noche. Cada momento tiene su contenido: por ejemplo en la noche puedes revisar todo el día; revisa (es decir, piensa):  qué hiciste mal (para no volverlo a hacer), en qué puedes mejorar y qué debes repetir porque estuvo bien hecho. En la mañana puedes considerar lo que te propusiste en la noche. Al mediodía puedes pensar cómo vas en la jornada que transcurre para enderezar un poco (o mucho) el rumbo.

Considera además que en esta lucha no estás solo: Dios quiere para ti lo mejor, pregúntale cómo te ve y qué espera de ti, pon lo medios para corresponder; pídele su ayuda  y -sobre todo- confía en El (aunque a veces parezca que todo sale al revés).

Así que, trabaja con serenidad, constancia y alegría.  ¡Acuérdate de la fábula de la liebre y la tortuga!

Saludos de Iulius.


Nota: Por si acaso no conoces la fábula, aquí la puedes leer y aquí la tienes en video.
Piensa que logras más haciendo lo que debes hacer (aunque sea ignorado por todo el mundo) que "picoteando" por todas partes en asuntos que no te corresponden.